Educación Técnica para el trabajo: un pilar de acción estratégico para la productividad




Ingeniero Miguel Angel Sabal.

Educación Técnica para el Trabajo.

La educación técnica para el trabajo se refiere a la formación y entrenamiento orientado al desarrollo de habilidades para “saber hacer” diferentes técnicas y procedimientos que permitan la empleabilidad. Su existencia se remonta a la existencia misma del hombre, pues se trata de aprender a través de la imitación de aquellos que ya conocen sobre una determinada disciplina del saber (Blanco, 2023).

La educación técnica para el trabajo es, sin lugar a duda, la fuente más importante de mano de obra especializada en los países industrializados y sus resultados inciden en el crecimiento económico de aquellos países en los que existe alta participación e interacción entre los sectores productivos (empresas e industrias), al estado como garante del desarrollo económico y a las instituciones de formación técnica profesional.

Referencias latinoamericanas de Educación técnica para el trabajo.

Chile, Colombia y México son tres países que, desde hace más de 20 años, pero con mucho más energía y entusiasmo en la última década, han entendido a la perfección que la formación técnica profesional es uno de los pilares más importantes para alcanzar el desarrollo productivo y lograr la competitividad en los sectores industriales. Los hacedores de políticas públicas conducentes a la empleabilidad y a la productividad (sin quitarle importancia a una o a otra), pasando por los sectores productivos (industrias) y los institutos de formación técnica (academia), convergen en estrategias integrales en las que se obligan a hablar entre si para lograr que la formación técnica responda a la demanda de la industria viva y por tanto, genere empleos dignos, movilidad social y en definitiva bienestar y crecimiento económico.

Un excelente caso de estudio para entender cómo hacen los países para convertir la educación técnica profesional en un pilar para su competitividad el caso chileno, la economía más pujante y estable de América Latina. [1]

La experiencia de Chile en esta materia es digna de estudiar a profundidad. En el país suramericano se decidió, hace más de 20 años que, sin importar el gobierno de turno, que la educación técnica profesional era una prioridad estratégica para lograr competitividad y crecimiento económico. Para ello debía existir una articulación muy poderosa entre el Estado, los institutos privados de formación técnico profesional (que ya existían) y los sectores industriales. Se desarrolló e institucionalizó una política pública de gran reputación entre la población denominada Chile Valora. [2]

Chile Valora es la marca comunicacional de la Comisión Sistema Nacional de Certificación de Competencias Nacionales, una institución que supervisa y establece las líneas de acción desde una visión de Estado de la estrategia de formación técnica profesional del país, integrada por  representantes del Ministerio de Educación, Ministerio del Trabajo, sectores productivos de las distintas áreas de la economía chilena, así como autoridades de las principales instituciones de formación técnica profesional del país. Chile Valora se encarga del diseño y actualización del marco de cualificaciones nacional. El marco de cualificaciones, se trata del sistema que recoge todas las carreras técnicas y oficios, así como las competencias necesarias para el funcionamiento y la competitividad de los sectores productivos del país, que se genera a través de un dinámico diálogo tripartito: industria, academia, Estado.

El éxito de Chile Valora y su diferencia con otras políticas públicas del continente se centra en tres aspectos:

1.     No es un política pública o campaña coyuntural para generar empleos en un período determinado. Es una estrategia holística que por supuesto tiene como fin la empleabilidad (de calidad) al tiempo que responde a las necesidades de la industria.

2.     Ha trascendido a las ideologías de los gobiernos de turno, manteniéndose la prioridad de garantizar formación técnica de calidad, empleabilidad y la mano de obra calificada necesaria para el crecimiento de los sectores productivos y la competitividad internacional de la economía.

3.     Está en constante variación y actualización. El diálogo permanente empresa - Estado-academia ha derivado en un sólido marco de cualificaciones nacional que responde a las demandas demográficas de empleos de calidad y a las necesidades actuales de mano de obra calificada de los sectores productivos del país.

Finalmente, y a pesar de que el aprendizaje se genera dentro de los campus de las instituciones de formación técnica profesional, la participación de los sectores productivos tiene gran relevancia. En primer lugar, forman parte importante del diseño del marco de cualificaciones nacional, pero en segundo lugar, los laboratorios y talleres prácticos de los grandes centros de formación técnica, son financiados y operados en gran medida por los expertos de las propias industrias que demandan de la mano de obra en formación. Entonces, si una institución forma técnicos en electromovilidad, una carrera técnico profesional de gran relevancia en Chile, los talleres prácticos son financiados por las empresas líderes en este sector como Peugeot o Tesla.

El reto de los países pobres y con el aparato productivo destruido:

La mayoría de los análisis sobre la posibilidad de que en Venezuela se reactive la capacidad productiva, apuntan con toda razón a acciones de índole macroeconómica y regulatoria. Acceso a crédito, mejorar la política cambiaria y algunas medidas proteccionistas desde el punto de vista arancelario (ECOANALÍTICA, 2022), son los focos de atención de los análisis de riesgo y al mismo tiempo los alaridos que se escuchan desde los sectores que con mucha dificultad han logrado sobrevivir  a la crisis económica más dramática de las últimas décadas. Sin embargo, muy poco se habla del enorme esfuerzo que deben hacer para acceder a mano de obra calificada que responda a una eventual reactivación económica.

Leer sobre la reactivación económica de Venezuela

El éxodo desproporcionado de la población joven de Venezuela, [3] [4] acentuada en el último quinquenio, ha traído como consecuencias que buena parte de los técnicos soldadores, electricistas, técnicos en mantenimiento industrial, perforadores y operadores de taladros, técnicos agroindustriales, huyeran del país en busca de una mejor calidad de vida. La fuga o inexistencia de talento, así como la imposibilidad de conseguir mano de obra calificada es uno de los principales factores de riesgo de la actual industria (CAF, 2018). Sin embargo, el desafío futuro para cerrar esa brecha es aún más alarmante y retador.

Es urgente empezar a posicionar la necesidad de diseñar una estrategia país conducente a la generación de mano de obra calificada que permita asumir una potencial reactivación económica desde la industria, al tiempo que se generan empleos dignos, competitivos y de valor para aquellas personas que formarán parte de esa enorme masa laboral. A continuación, algunas de los pasos preliminares que se pueden ir haciendo desde ya en esta dirección:

1.     Promover a las instituciones de formación de cuarto nivel abrir unidades de formación técnico profesional basada en el modelo de aprender haciendo con enfoque en competencias (modelo chileno): si no hay oferta de calidad por parte del sector académico, no habrá forma de cerrar la brecha de técnicos especializados en los distintos saberes.

 

2.     Promover la incorporación activa de industrias en la cadena de valor de la formación en competencias: mientras no exista un marco de cualificación nacional, las instituciones de educación en oficios deben incorporar a las industrias de su zona de impacto en la definición de la oferta formativa. Utilizando un modelo de levantamiento de competencias que permita definir, junto a la empresa, las habilidades, conocimientos y actitudes que necesitan desarrollar los aprendices, para desempeñarse adecuadamente en el entorno del trabajo (INACAP, 2022)

 

3.     Impulsar diálogo tripartito para la creación/actualización de un marco de Cualificación Nacional: Las referencias internacionales exitosas en formación técnica profesional, coinciden en la importancia de sistematizar las necesidades de mano de obra calificada de  la industria nacional a través de un marco de cualificación que abarque: 

a.     ¿Cuáles son los oficios o carreras técnicas que demanda la industria nacional??

b.     ¿Cuáles son las competencias específicas que se deben desarrollar para cada oficio o carrera técnica?

c.     ¿Cuáles son las mallas curriculares, que permiten alcanzar las competencias específicas para cada uno de los oficios o carreras técnicas que demanda la industria nacional?

 

4.     Impulsar un marco regulatorio favorable para la formación técnica profesional.

La regulación debe generar suficientes incentivos para que:

a)    Existan Instituciones educativas que se dediquen a la formación técnica profesional.

b)    Exista suficiente financiación y subvenciones para dar acceso a la formación técnica de calidad.

c)     Exista continuidad educativa entre la formación en oficios y carreras técnicas profesionales y de pregrado.

d)    Se incorpore al sector privado en la financiación de la educación técnica profesional, vía incentivos fiscales o contribuciones especiales.

 

5.     Impulsar un cambio Cultural profundo y reposicionamiento de la Educación Técnica Profesional: La realización de programas que generen empleabilidad, buenos salarios y un empleo digno y útil para la reactivación de la industrial, es el capital semilla para una estrategia de reposicionamiento de la educación en oficios en la percepción de los jóvenes. En Latinoamérica, y en gran medida en Venezuela, los oficios y las carreras técnicas siempre han sido considerados caminos educativos de poca calidad y de poca oportunidad para progresar. Un modelo nacional pasa por impulsar la formación en oficios como una alternativa ganadora para la empleabilidad, la productividad y el desarrollo económico del país. Siguiendo el ejemplo de los países europeos como Alemania, Italia y Suiza, referentes en la educación para el trabajo.

Todas estas acciones pueden contribuir a propiciar un entorno fértil y abierto a una discusión país de mayor alcance y trascendencia que permita la generación de empleos de valor para la población joven y un ecosistema virtuoso entre la empresa-la academia y el Estado en la dirección de reactivar la productividad, generar competitividad y progreso que siempre se traduce en bienestar para los ciudadanos.

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